viernes, 28 de noviembre de 2008

POESÍA

Foto: Santiago Redondo Vega
"La poesía es tiempo yendo al tiempo"
Boris Rozas, poeta.

El tiempo yendo al tiempo es poesía
de un labio hacia otro labio y tan consciente
como un áspid de luna que envolvente
te atrapa, te sumerge, te porfía.

Reptando por tu humana geografía
hiberna en el maná de tu inconsciente
y embarca la mesura de tu frente
en un mar de prolífica osadía.

Serpea en libertad tu alma desnuda
de escamas y colmillos, hasta herirte
bestial, antropofágica y picuda.

Y no puedes huir, has de rendirte
a su concupiscencia testaruda
y admitirla en tu cama o reescribirte.

lunes, 24 de noviembre de 2008

ISLOTES DE IMPIEDAD



Será por ser noviembre y por ser lunes
que se han rendido al viento las hojas de los árboles
y en toda la ciudad duerme el otoño
al remanso venial de un cajero de banco.
Se cubren los mendigos
con mantas de cartón todos sus males
y embaucan en aliento
las noches de unas manos indigentes.
Es lunes y es noviembre y hay hojas en el rictus de este cielo
que ha amanecido apenas:
los pájaros se imbuyen de los charcos,
el sol pide la vez a un celofán de escarcha,
los coches van llorándose por dentro
y, a pie, los transeúntes nos alzamos el cuello al ignorar
los faros de cartón que dictaminan
que hay una sociedad sin alma y con aceras
soladas con islotes de impiedad
fondeando en un mar pétreo sus barcos naufragados.

sábado, 22 de noviembre de 2008

SE HAN ÍDO LAS ESTRELLAS

Foto: Arco Iris
Autora: Irene Redondo Vielva

Se han ido las estrellas a encapsular tu nombre,
a registrar tu risa en un sol de patentes,
a revestir con eñes los idiomas del aire,
a prorrumpirte toda
persiguiendo, celosas, cada pliegue en tu ombligo.
Y tú partes con ellas
bebiendo, curvilínea, de tu ego imaginario.
Sin ti me aburre el cielo
ahora que el otoño profana sus balcones
y le hunde en la trastienda de una boutique de grillos.
Me apartan tus ventanas de ti obstinadamente
y tus puertas me impiden trepar tus utopías;
cuarterones ingratos que se cierran hiriendo
como dagas de amianto,
como pechos de lastre.
Ya no encuentras bohemia en mi boca y me obturas
en las antologías de tus devocionarios
y me tiznas de olvido
y me niegas las flores
que alguna madrugada pronunciaron tu carne.
Que tu ausencia es un hueco en mitad de otro hueco
y es un tren tu silencio con carmín de ida y vuelta
que se apea en mis labios
y me abduce
y me grima.
Ya no arropas tu alma con mis brasas en ocre
ni me endulzas la voz con tu aliento centrífugo,
un cartel de derribo nos preside la casa
mientras huyen saltando tus paraguas mis charcos.
Y en mi lluvia inconsciente
se ha quedado sin techo
el proscrito arco iris
de tu piel impermeable.