domingo, 7 de junio de 2015

OLAS BIT



El tiempo
se disimula urbano en las aceras
endeudadas de prisa, de tedio y de granito. La calle
es un reloj de sol con manecillas
de luz intermitente. Su pálpito
se erige en dictadura de colores
que mata y muere a un tiempo.

Y el rastro
de todas esas huellas
que desandan la vida a trompicones
se espesa en la quietud de un ente ambiguo
que habla idiomas, chatea en su WhatsApp,
viaja en Ave, disculpa la no piel de su portátil
y se inventa una nueva identidad
tecleando sus sueños –como nido de cuco-
en el perfil humano de otra carne.

Mecánica de luz, o de tinieblas,
la de este humano oscuro, ingeniero de lunas,
solitario, virtual, convaleciente
de técnica y olvido,
que hace frente a sus hégiras de diario
navegando en la Red,
pleamar de olas bit y soledades.