viernes, 11 de noviembre de 2016

BARCOS DE PAPEL



De tanto masticar
-sin digerir-
el tiempo que me obstina
me arrepiento en silencio de la estación que habito.

Vivo
mil calles más allá del autobús diario
-camino a la rutina-
que me apea en la vida insustancial
donde en mares de hastío claudican los cobardes.

Y apenas mis congéneres y yo
nos prestamos siquiera a interrumpir
el curso de los hechos,
aunque fuera tan solo en incordiar
la paz de los tiranos.

Y seguimos bogando en el absurdo
de creernos vivir, mientras morimos,
endiosados e ingenuos
en barcos de papel con anclas de alabastro.


Santiago Redondo Vega