Estabas tan azul y tan callada, tan absorta y tan íntima, tan
rendida a las olas del instinto que se perdió un soneto entre tus labios, se
incendió, se hizo espuma. Las huellas de tus pies, descalzos y ateridos, huirán después de ti, a abrazar el silencio en
cualquier parte, a reinventar la luz, a hacerse isla, o a convertirse del todo
y para nunca en rastro inútil de un cierto ayer salino. Si decides volver,
llámame, escribe, di que has vuelto a nacer con cuerpo de sirena.