sábado, 25 de octubre de 2008

CRECÍAMOS

Foto: Atardecer en la playa de Oliva (Valencia)
Autora: Irene Redondo Vielva

Crecíamos
al filo de la luz y las caricias
de los interminables e íntimos veranos
de adolescente magia;
ajenos al azul, oscuro, siempre oscuro,
de un punitivo cielo.
Al brusco rubicón de carne viva
servida en hierba fresca como lecho
de amor y calentura.
Al mundo alrededor de nuestro mundo
pretérito imperfecto e inaudible
para tímpanos célibes,
tan absortos en risas,
tan ajenos.
Y en suplicio de libros nos mirábamos
los ojos cada tarde,
por refugio de manos irisadas
que escribían la piel de abecedarios
y un corazón al margen, siempre al margen,
de la página gris de nuestras vidas.
Aprendimos a ser lluvia en agosto,
nieve en dudas de abril
sol en diciembre,
brisa en tifón de calma y soledades.
Allí cedió tu puerto al desembarco
de mi inercia de fuego y amapolas
que usurparon tus bragas de domingo,
piel morena de encaje;
y abrazamos la sed que tan sedientos
nos alquiló la vida cuando apenas
sabíamos beber
besos a morro…,
y te hiciste mujer
y yo poeta.

2 comentarios:

Roberto dijo...

Un placer volver a leerte. Este poema es hermoso, muy hermoso, biografía vertiginosa de cualquier ser humano...

un abrazo muy fuerte Santiago.

Santiago Redondo Vega dijo...

Gracias Roberto por recorrer con tus ojos la piel necesaria de las palabras vivas.

Un abrazo.
Santiago.