Lloraba el cielo por la sien de octubre. Tu
boca -esta vez no- no amaba con pasión: eras mentira; apenas el descrédito del
agua que vuelve por rutina a la ciudad, hasta inmolarse. Calló la libertad. No
había palabras que reprocharle al mundo; era la inercia –quizá- de nuestras
vidas quien nos soñaba del tiempo incompatibles. Jamás aquel tú y yo volvería a
ser nosotros. Cerré el paraguas, me di la vuelta y arrojé tu nombre al viento, esperando
que la lluvia desandara las calles con tu rastro.
8 comentarios:
Hasta la "LIBERTAD" quedó en "SILENCIO", tal vez para no herir más lo "YA HERIDO", ese/os corazones que dejaron de amarse o quizá quedó en "SILENCIO" porque la "INDIFERENCIA" le hacía daño a "ELLA" y no quiso contagiarse...
Superior el final, Santiago " cerré el paraguas, me di la vuelta y arrojé tu nombre al viento...
Abrazos
Fina
Qué bonito te ha salido este relato, Santiago. Coincido en que el final es maravilloso. Se puede decir mucho con muy poco y tú sabes hacerlo. Caben historias infinitas entre esa lluvia que resbala por la sien de octubre. Me encantó.
Mi abrazo, poeta.
Susana
Un poema de desamor extraordinario Santiago, se palpa el sentimiento en cada verso
Un abrazo
Carmen
Podría decirte muchas cosas, podría iniciar un debate sobre los límites entre el verso, la prosa y la prosa poética; podría incluso analizar tu texto y sus connotaciones, pero me has dejado sin palabras, Santiago. La belleza suele tener esos efectos secundarios.
Un abrazo, Poeta.
Agradezco tu paso y tu desmenuzado comentario, Fina. Hay muchos ángulos desde donde apreciar lo escrito. Por eso se aprende más cuando son otros quienes te miran que cuando es uno mismo quien se observa. Un abrazo.
Gracias Venus, como siempre que vienes a visitar esta casa de sueños me la dejas más grande y espaciosa. Se llama ego, pero no creas que se engaña, vive de realidades diarias y tozudas, y aunque pequeña es limpia y acogedora. Es casi un minipiso, con felpudo de bienvenida en la puerta, cocina-comedor aseo y vistas al interior, y procuro tenerla siempre muy bien ventilada. Pobre pero honrado, que diría el otro. Y limpieza, mucha limpieza...
Un abrazo fuerte.
Encantado de reencontrarte por aquí Stella. No pasa el tiempo, pasa la vida. Y hasta las historias reflejan el desgaste de los sentimientos. El roce hace el cariño, pero si no se engrasa cada día, acaba por doler o por acostumbrarse, y entonces se hace monótono y hasta imposible. Pero esto ya lo sabe todo el mundo. Historias de la vida enfocadas desde diferentes ángulos.
Un abrazo grande.
Es siempre la imaginación de los demás, Ana, quien se deja entender y acariciar con la palabra. El método es sólo el envoltorio. Saberlo abrir y degustar con cuidado está en la voluntad de quien lo acoge con pretensión de agrado.
Un abrazo.
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