
Quema tu fuego en mí cuando regresas,
a caballo del verbo de tu hoguera
y me incendias la boca en la estribera
de un millar de pavesas.
Se hacen hierro indeleble las promesas
que descarnan mi grupa con tu espera;
tatuajes en plata dondequiera
que a escondidas me besas.
Vuelves carne y metal porque te gusta
perfilarte sin alas y al acecho
de mi sueño en deriva;
enterrando los celos de tu fusta
en las crines desnudas de tu pecho,
como Lady Godiva.
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