sábado, 27 de septiembre de 2008

NO TIENES YA LA EDAD DE LAS PETUNIAS


Petunias
Foto: Santiago Redondo Vega

No tienes ya la edad de las petunias
que se cuelgan del viento y ruborizan
a poco que una mano masculina
las aborde del talle
y las circunde.
Ni exhibes el resuello de los látigos
cimbreantes y tersos del rocío
aniñado en la piel y en los contornos
de un ingrávido abril
alucinante.
Ni en tu hermosa presbicia brilla eterno
el omnímodo azul de tus dos cielos,
de tu boca de azúcar, de tus nimbos
que afrutaran de madre
tu pasado.
Tu belleza está en pie, pero gastándose,
como gasta el otoño los recuerdos,
a golpe de hojas secas, y embaucando
en parterres de gris
tus latitudes.
Tienes la edad precisa en que las flores
se miran al espejo y se descubren
más sobrias y más nítidas, más ciertas,
más mujeres al fin,
más delirantes.
Porque nada prorrumpe en tu equinoccio,
sólo hay mente en la linde de tus pétalos,
corazón en el limbo de tu pubis
y el jardín de tu piel
planta caricias.
De ese huerto mortal soy jardinero
del indomable tiempo que te oprime,
hembra y madre y señora de ocho a tres,
flor con todos los nombres…,
compañera.

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