Foto: Santiago Redondo Vega
No guardo para el odio espacio físico,
ni armario en el desván para majar claveles,
me basta esta soez versión del mundo
como alacena ingenua donde asilar mi boca,
donde abrigarme en mí,
remoto y libre.
Azul y cotidiano deambulo por el tiempo
de las abulias íntimas y las esquirlas leves
que a cada nuevo día asaltan mis balcones
percutiendo la alarma venial de mi conciencia,
como ladrones tétricos,
como mirones lúbricos.
Y todo para ir adecentando apenas
un verso mineral de atolondrada hipótesis
plantado en el zaguán insobornable
donde insiste en crecer la inercia siempre
de degollar pequeños
espacios infinitos.
Mil cielos anillados de sinrazón con nombre
se dejan recrear por el papel impreso
a la vez que se inundan de amable lluvia ácida,
o renacen con ira sus labios despiadados,
o remueren, amorfos,
sus desdentados limbos.
Para ti y para mí que amamos esto
que hemos dado en llamarle poesía
siempre hay hueco en la palma de la boca
para un verso que amanse los rigores
del invierno real
y del ficticio.
No guardo para el odio espacio físico,
ni armario en el desván para majar claveles,
me basta esta soez versión del mundo
como alacena ingenua donde asilar mi boca,
donde abrigarme en mí,
remoto y libre.
Azul y cotidiano deambulo por el tiempo
de las abulias íntimas y las esquirlas leves
que a cada nuevo día asaltan mis balcones
percutiendo la alarma venial de mi conciencia,
como ladrones tétricos,
como mirones lúbricos.
Y todo para ir adecentando apenas
un verso mineral de atolondrada hipótesis
plantado en el zaguán insobornable
donde insiste en crecer la inercia siempre
de degollar pequeños
espacios infinitos.
Mil cielos anillados de sinrazón con nombre
se dejan recrear por el papel impreso
a la vez que se inundan de amable lluvia ácida,
o renacen con ira sus labios despiadados,
o remueren, amorfos,
sus desdentados limbos.
Para ti y para mí que amamos esto
que hemos dado en llamarle poesía
siempre hay hueco en la palma de la boca
para un verso que amanse los rigores
del invierno real
y del ficticio.
9 comentarios:
Hermoso poema, Santiago. Un placer reencontrarme con tus versos.
Besotes.
Yose
Impresionante. Santiago. Impresionante. Gracias por la visita a mi blog que me ha marcado el camino al tuyo. Seguiré visitándote. Milagros
Hola Santiago,
He disfrutado tu poema. Me gusta tu forma de escribir, por lo que tendrás que aguantarme por aquí jejeje.
Un abrazo y un millón de gracias por ir a mi blog y permitirme encontrar el tuyo.
Besos
Tremendo poema, amigo santiago.Me dejas con la boca abierta.
(Pásate por mi blog tienes que recoger un premio)
Un abrazo
Santiago disculpa, el anónimo era yo.
Que placer leerte Santiago. Muy buen poema.
Que bueno que siempre haya espacio para la poesía que tanto llena el alma.
Saludos desde Buenos Aires.
Me llevo este blog, te agrego a mi lista.
Asi que voy a volver por estos pagos a leerte!
Besos
Para ti y para mí, lo hago propio. ¡Espléndido!
Un saludo
Pasate por mi blog . Tienes algo para ti
Muy buen poema, Santiago. Me ha encantado conocer tu blog.
Un abrazo fuerte
Ana
Publicar un comentario