sábado, 27 de octubre de 2007

EL DÍA


Le desnudas al alba amaneceres
reprochando a la noche su osadía
de ensuciar –grafitera- tu albaquía
de aerosoles en negro, atardeceres.

Rindes sol a la sombra cuando mueres
vespertino y fugaz -valiente día-,
derrotado horizonte de porfía
bajo estrellas de luna, anocheceres.

Cada día regresas -día- al mundo
sin temerle a la noche que te espera
cabizbajo, asolado, oscurecido.

Preñas luz a este cielo furibundo
de aquiescencia lejana y tan certera
como el alma inmortal de tu latido.
(Soneto melódico: Acentos predominantes en tercera y sexta sílabas métricas.)

COSMONAUTA



No aspiro a ser del cielo el cosmonauta
que tripule su cápsula entre azares
-tangram virtual- sobre interestelares
atmósferas ingrávidas. Ni el nauta

que ingenuamente endulce con su flauta
la sangre rojo sangre de mil mares,
de mil cielos de bilis, mil Antares
que hollara humana huella de internauta.

Tan solo de mi cosmos soy cautivo
y no amo otra ilusión que urdir de ensueño
este mundo asocial en el que vivo,

prestándole mi voz. Por él me empeño
en ser bajel de versos cuando escribo
sin patria, sin color, sin dios, sin dueño.


domingo, 21 de octubre de 2007

CELOS DEL MAR

Es del mar, de tu mar, que tengo celos,
de sentir que te abraza y que te mece,
de esa sal que te exhala y te estremece,
te desviste y te viste azules velos.

De las olas del alba mis desvelos,
que acarician tu piel, ora amanece,
rojo espejo de sol, ora atardece,
mientras accedes tibia a sus anhelos.

Celos del mar, amor, bravo y en calma,
de su horizonte esquivo, sal y arena,
que con su lengua azul lame y ensalma

sobre tu cuerpo núbil mi condena;
que penetra en tu sexo y en tu alma
y embarranca mi paz hundida en pena.

LA NOCHE

A pernoctar llegó la noche al día,
a matizar de estrellas, terciopelo,
la amplitud desmedida de su cielo
que en luces de penumbra perecía.

Sus labios, bruna boca, idolatría,
sus ojos, luz oscura, desconsuelo,
su sexo, luna plena, paralelo
de su alma, meridiano. Geografía

celeste e intemporal de eterna trama
negra y vital, poética y silente,
escenario de sombras que derrama

lujuria y castidad irreverente,
noche de besos, bálsamo a quien la ama,
puñal de soledad a quien la miente.

OTOÑO


Lágrimas blancas, vaho en los cristales
del llanto melancólico de octubre
y un rescoldo de niebla que no encubre
ocres sedientos de hojas autumnales.

Bufandas que se van, iris astrales,
tras risas infantiles, mar salubre,
y una cigüeña en fuga que descubre
nostalgias de recuerdos estivales.

Se respiran alientos con sotana
de un domingo vulgar, de vulgar sueño,
de rocío en la voz y en la ventana.

Y aunque añoro el verano con empeño
me grita irreverente esta mañana
que es Otoño la gracia de su dueño.

SE ME INUNDÓ LA VOZ


Se me inundó la voz voraz de poesía
un martes de colegio orgullo de mi infancia.
Con doce años y un día prendió de mi arrogancia
soñándome ser rey del reino de Eufonía.

Allí me descubrió el ser que poseía
viviendo en mi interior, en recóndita estancia,
desde donde me hablaba del ritmo y la elegancia
que habita en la palabra; y yo sólo asentía.

Así, sin elección, sin cita, de improviso,
me vino el verso a ver, a reclutar mi vida,
a revestirme de alma apenas sin permiso;

y desde entonces clama y se hace amor o herida
y brota de mi boca sin otro compromiso
que el de saberse reo de mi pasión querida.